miércoles, 14 de febrero de 2018

El modelo educativo de Dios.

Para los que somos creyentes, preguntarnos "¿Cómo quiere Dios que eduque a mis hijos?" es algo natural y lógico.
Para empezar a encontrar respuestas tenemos que mirar hacia el pasado, al tiempo en el Dios daba instrucciones a su pueblo sobre cómo vivir.
Cuando preparaba este tema para el primer encuentro homeschooler que tuvimos en Alicante, recuerdo que me llamó mucho la atención la falta de escuelas en el antiguo Israel en contraste con las otras naciones que los rodeaban.
En todas esas culturas vecinas, las escuelas formaban parte del panorama educativo. Curiosamente no eran muy diferentes, ni en horarios ni en materias, a las escuelas de hoy en día en España. Para ellos, la educación adquirida en los centros educativos era clave para progresar en la vida:  para hacer crecer el negocio familiar, para conseguir una mejor posición social... ¿ Nos resulta familiar? Es muy humano.

Pero en Israel, el objetivo de la educación debía ser diferente. No debían centrarse en adquirir riqueza material, ya que su prosperidad dependería de su fidelidad a Dios, sino en tener sabiduría y en ser útiles a los demás.

Según nos enseña Proverbios, el principio (la fuente, la base) de la sabiduría es el temor de Dios, entendiendo como temor el conocerle, respetarle y amarle. Esa sabiduría que nace del conocer y amar a Dios  se refleja  tanto en las decisiones para nuestra vida como en nuestro trato hacia los demas, buscando ser útiles y ayudadores.




Es por esto que en el antiguo Israel Dios no legisló la existencia de escuelas. Dios encargó la educación a los padres porque eran ellos los más capacitados, los diseñados para transmitir a sus hijos qué era eso de vivir con Dios y para Dios. Para ello necesitaban pasar tiempo juntos, es por ello que Dios les dice en Deutoronomio 6:7-9 refiriéndose a la ley

" y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes".

Los padres tenían que mostrar en su día a día, en todo lo que hacían, que la Palabra de Dios con sus leyes y consejos, eran la guía de su estilo de vida. Esto no sería posible sin un estudio de las Escrituras y sin pasar tiempo juntos.

Podemos pensar que si no tenían escuelas, estos israelitas eran unos zoquetes, pero igual nos equivocaríamos. Estaban plenamente  capacitados para desenvolverse en su cultura y en la de los pueblos vecinos.

El estudio de las Escrituras debía animar a la alfabetización; la alabanza a Dios debía fomentar la poesía y la música; los israelitas utilizaban medidas de longitud, peso, volumen; tenían artesanos que dominaban las artes  y técnicas de su época;  desarrollaban actividades comerciales que los obligarían a aprender otros idiomas  y a conocer otras culturas; de la naturaleza y de su observación aprenderían cómo funcionaba el mundo. Incluso las mujeres podían aprender y ser emprendedoras como demuestra el capítulo 31 de Proverbios.

Y todo ello se aprendía en los hogares. Los padres no sólo proveían  de educación religiosa, sino también profesional.

Así que el modelo  de educación que Dios propone es como un taburete. El asiento, la educación, estaría apoyada sobre tres patas:

Primera pata: el estudio de las Escrituras.
Segunda pata: el estudio de la naturaleza.
Tercera pata: el servicio a la comunidad. Este último implicaría el aprendizaje de un oficio o profesión.


Este mismo modelo vemos que se repite en las escuelas de los profetas. Estas fueron creadas por el profeta Samuel. Eran los seminarios teológicos de su época, así que en principio los alumnos era jóvenes, no niños pequeños. Su función era capacitar a personas que luego serían líderes espirituales. La misión de esos líderes sería tratar de que Israel no olvidara a su Dios y lo que representaba para ellos como pueblo.

Para los que estéis interesados en averiguar más sobre estas escuelas podéis leer en el libro La Educación Cristiana, el capítulo 35: "Las escuelas de los antiguos hebreos". Y también en el libro Patriarcas y Profetas, el capítulo 58 "Las escuelas de los profetas". Ambos fueron escritos por la escritora Elena White y presentan de manera clara  cómo era el modelo educativo que se usaba en estas escuelas. Es plenamente aplicable a nuestro homeschool cristiano.

De nuevo aparecen las tres patas: estudio de la Palabra, de la naturaleza y el servicio a los demás.

No es hasta el exilio en Babilonia cuando los judíos introducen una educación reglada para los niños. Se crean las escuelas de las sinagogas. Los niños son educados desde los 6 años hasta su juventud, para intentar que no se perdiera el estilo de vida  ni la identidad del pueblo judío.
Aunque su principal tema de estudio eran las Escrituras, acabaron ,con el tiempo,  estudiando intensamente los comentarios a pie de página de los eruditos en su interpretación. Finalmente tanta opinión erudita hizo que la religión se llenara de opiniones o tradiciones bien alejadas del espíritu original del texto sagrado, de la idea que Dios tenía para nuestra vida. En vez de aclarar el camino hacia Dios, lo embrollaban.

Por ese motivo, José y María decidieron no enviar a Jesús a ninguna escuela de sinagoga. Sabían que lo que pudieran enseñarle allí solo le confundiría. Por ello se convirtieron en los mejores papás homeschoolers de la historia recuperando la antigua manera de educar en Israel. Os recomiendo leer el capítulo de la niñez de Jesús del libro " El "Deseado de todas las gentes" de la autora E. White.

Jesús aprendió a leer y escribir para acceder a las Escrituras puras, sin ningún comentario o interpretación añadida. Aprendió de la naturaleza al observarla y estudiarla. Y aprendió un oficio con el que poder ser útil en su comunidad.
Pero  no fue lo único, como todos los niños educados en un hogar equilibrado, era sociable,cariñoso, tenía buen humor, una voluntad inquebrantable, autodisciplina, sabía leer las intenciones de los demás...
También aprendió todo lo necesario en su época para ser alguien de éxito. Tanto Jesús  como Juan el Bautista confirmaron que el inicio de la sabiduría es el temor de Dios.

Llegados aquí recordemos para qué educamos en casa. ¿Queremos hijos con muchos conocimientos o queremos hijos sábios que sepan tomar buenas decisiones en la vida?
Los conocimientos están ahí a nuestra disposición, a la distancia de un "clic", en lo que dura un tutorial, en una lectura...

La sabiduría no es tan fácil de adquirir. Intentemos el método de Dios:

1. Estudio de las Escrituras para conocer lo que Dios quiere para mi vida. Esther está preparando una entrada sobre cómo incluir el estudio de la Biblia en nuestros proyectos. Esther, ahora ya no te puedes escapar :-)

2. Estudio de la naturaleza para desafiar nuestra mente.

3. Servicio a los demás para dar propósito a nuestra vida.

Todo lo que añadamos sobre esta base será para enriquecer la mente y la vida de nuestros hijos.


¡¡Feliz homeschooling cristiano!!

4 comentarios:

  1. Genial, Rebeca!!! Muy buena entrada.
    Jesús aprendió también de la naturaleza, como lo demuestran sus numerosas parábolas en la que utiliza imágenes del mundo rural.
    Bueno, ejem... tendré que preparar esa entrada...

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    1. Muchas gracias Esther. Y la nueva entrada, mejor pronto que tarde:-)

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  2. Hola Rebeca, totalmente de acuerdo con lo que comentas, creo que uno de los principales problemas de los padres cristianos (por lo menos los que yo conozco), es que no se preguntan: ¿Cómo quiere Dios que eduque a mis hijos? He observado que muchos cristianos se dejan arrastrar por las corrientes de este mundo y terminan viviendo como viven las demás personas y lamentablemente esto alcanza a nuestros hijos, es por eso que los envían a los colegios que mejor les parece y los niños no son educados de acuerdo a la Palabra de Dios. Entiendo que en muchas familias debido a la economía deben trabajar ambos padres y eso no se puede criticar, pero también creo que si los padres deciden hacer el Homeschooling, el Señor se encargará de proveerles todo lo que les falte. En mi caso personal, mi esposo y yo nos dejábamos llevar por las corrientes de este mundo enviando a nuestros hijos al cole, hasta que entendimos que no estaba conforme a la voluntad de Dios, decidimos renunciar a mi sueldo, eliminamos los gastos innecesarios y el Señor de manera milagrosa le dio un trabajo a mi esposo que cubre todas nuestras necesidades y más. Es verdad que ahora tenemos menos lujos, pero nos sentimos inmensamente felices con la plena convicción de que estamos agrando a Dios. Un versículo para meditar es el siguiente: "Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?" Mateo 16:26. De qué nos sirve trabajar para tener más posesiones, riqueza, lujos, si finalmente se pierde el alma de nuestros hijos?

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